1. En el contenedor adecuado se aprovechan todas las latas
Las latas de conservas son en general de acero, aunque
también se utilizan de aluminio. Cada vez hay más latas de conservas de
aluminio. Ambos materiales son cien por cien reciclables y todas las latas
depositadas en el contenedor adecuado se recuperan y reciclan en acerías y
fundiciones.
2. Reciclar las latas beneficia al medio ambiente
El reciclaje de una lata de conserva evita el uso de nuevas
materias primas y energía. Según datos de la European Metal Packaging (Empac),
el acero elaborado al 100% a partir de chatarra precisa de un 75% menos de
energía que el producido con materia prima virgen. En el caso del aluminio,
este porcentaje crece hasta el 95%.
Las emisiones de gases de efecto invernadero, implicadas en
el cambio climático, también se reducen con el reciclaje. Cada lata reciclada
evita emisiones de CO2 equivalentes a 1,5 veces su propio peso. El ciclo
continuo de reciclado del acero "asegura la preservación de los recursos
naturales para generaciones futuras".
3. Tirar mal las latas es insolidario
El complejo sistema de recuperación y reciclaje de residuos
supone costos importantes para la sociedad. Por tanto, cada lata que no se
deposita en el contenedor adecuado y acaba su vida tirada en el entorno o en un
vertedero "evidencia una carencia de compromiso cívico".
Una lata con restos de alimento o líquido no supone un
problema técnico, pero influye en la calidad de la gestión y en la seguridad y
salubridad de las instalaciones y sus operarios. Por lo tanto, los consumidores
contribuyen a mejorar el reciclaje si depositan las latas de conservas vacías.
Incluso las latas que se tiran con el resto de basura pueden
acabar recicladas. La mayoría de las plantas de Residuos Sólidos Urbanos (RSU)
o compostaje, donde pueden acabar estos residuos, poseen algún sistema de
recuperación, como electroimanes (el acero es magnético). Si atrapan alguna
conserva de hojalata, es posible que entre en el circuito de reciclaje. Ahora
bien, el esfuerzo de los consumidores de separar la basura y depositarla en el
contenedor adecuado es imprescindible. En el caso de los envases de aluminio,
la recuperación en estas plantas es muy baja, y en su mayoría acaban con el
resto de residuos, en vertederos o incineradoras.
4. El acero y el aluminio tienen una vida infinita
El acero y el aluminio son materiales que no pierden sus
propiedades y se pueden reciclar tantas veces como se quiera. "El ciclo de
producción, recuperación y reciclaje se repite una y otra vez. Hoy utilizamos
acero fabricado por primera vez hace 150 años y que ha pasado por muy diversas
aplicaciones".
5. Latas: cada vez más ligeras y fáciles de reciclar
La labor de la industria por lograr latas de conserva cada
vez más ligeras y fáciles de reciclar. En los últimos 20 años las latas de
aluminio son un 28% más ligeras, y los envases alimentarios de acero un 33%.
Las latas para conservar alimentos se inventaron hace más de
200 años. Su resistencia y seguridad frente a ataques externos (gases, luz,
microorganismos) mantienen durante varios años su contenido en perfectas
condiciones. "Cada lata es una caja fuerte".
A pesar del paso del tiempo, su uso continúa no solo
vigente, sino en ascenso. Abarcan una gran variedad de frutas, hortalizas y
legumbres, pescados, productos cárnicos y platos preparados. Se envasan
productos tan conocidos como el maíz, los espárragos o el atún, pero también
otros como castañas, navajas, higos o erizos, así como aceites, encurtidos o
alimentos para mascotas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario