La demanda mundial del denominado grano de oro de los incas
irá en crecimiento, siempre y cuando mantenga todas las propiedades que le
permiten ser reconocido en el extranjero como un alimento sano (por no tener
productos químicos en su proceso productivo), muy rico en proteínas, fibras y minerales.
La principal característica de la quinua, al igual que la
carne, es que posee aminoácidos esenciales que el cuerpo humano no puede
sintetizar por sí mismo y, sobre esto, el hecho de no contener gluteno, un
factor que desarrolla alergias en Europa.
De cada cinco niños europeos, cuatro tienen algún tipo de
alergia y tres de ellos tienen algún tipo de intolerancia a la leche de vaca
y/o a la proteína de leche de vaca, lo que conllevó a que en los 80' y 90' se
busque sustitutos que fueron encontrados en la soya y sus derivados (leche de
soya).
Así, esta última tuvo un crecimiento espectacular hasta que
a comienzos del 2000 se detectó que el consumo permanente de soya producía
alergia a la lecticina (principal aporte benéfico de la soya) y otras alergias
ligadas a la utilización de agroquímicos y conservantes.
La quinua, el grano de oro de los incas, tiene una buena
resistencia a las condiciones naturales difíciles pues crece en tierras áridas
y barridas por los vientos del altiplano andino; requiere de poca agua, soporta
bien las heladas y el calor, gracias a la sapopina, una sustancia aceitosa que
recubre sus granos y repulsa a las plagas e insectos, lo que permite la casi
nula utilización de insumos químicos.
El techo de los cereales andinos en el mercado es alto,
siempre y cuando mantengan cualidades de productos orgánicos y que los
agricultores sigan siendo propietarios de sus semillas e independientes de las
grandes multinacionales agrosemilleras.
Sus virtudes nutritivas excepcionales y resistencia a
condiciones extremas (en particular al frío, a la altitud y a la sequía) la
perfilan como una alternativa al cambio climático, a las pérdidas de
productividad de otros cultivos más sensibles y a la tendencia inevitable al
alza de los precios internacionales de la carne y cereales.
Se están realizando experimentos en regiones, como el
Magreb, India y África subsahariana, y deberíamos proteger o negociar nuestro
aporte al mundo, porque sino nuestros milenarios productores de quinua y otros
cereales andinos se verán confrontados al crecimiento de la demanda
internacional, sufriendo la exposición a la economía globalizada sin estar
preparados ni armados para competir.
En el año internacional de la quinua, ¿cómo hacer para que
nuestros cereales andinos sigan contribuyendo a la seguridad alimentaria de sus
productores y de sus consumidores?
Fuente: Agronegocios
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