Los salmones genéticamente modificados se están criando en
Panamá, en una piscifactoría en medio de un bosque tropical y a unos 1.500
metros sobre al nivel del mar, en un lugar casi secreto, lo que no demuestra
precisamente una intención de garantizar la transparencia y a mucha gente le
puede entrar la duda de si el alimento que salga de allí es del todo seguro.
El criadero de salmones pertenece a la empresa
estadounidense AquaBounty Technologies. Allí ha criado a salmones genéticamente
modificados (GM) que crecen más rápido y alcanzan un mayor tamaño que cualquier
otro salmón del planeta. Desde el bosque tropical panameño, los salmones GM
podrían llegar hasta los supermercados y restaurantes de Estados Unidos.
El Gobierno sigue debatiendo el asunto. Debe decidir si
permite que esta producción comercial de peces GM. Se ha organizado una
consulta pública. El Congreso, por su parte, ha redactado un proyecto de ley
para prohibir el salmón GM. Si se legisla en este sentido, la empresa
AquaBounty no podrá comercializar su producto en Estados Unidos.
Pero, si se aprueba la entrada de peces genéticamente
modificados, tras el salmón vendrían otras treinta especies con las que se está
experimentando (entre otras, la tilapia, un pez parecido a la piraña, o la
trucha). Así que el salmón GM se ha convertido casi en el pionero para este
nuevo sector de la industria alimentaria.
El consumidor tendrá la última palabra
Se han realizado pruebas durante años para asegurar la
seguridad alimentaria y la FDA (Agencia de Alimentos y Medicamentos, por sus
siglas en inglés) ha señalado que es bastante probable que se apruebe el uso
del salmón GM en un futuro próximo.
Sin embargo, muchos colectivos están en contra: la mayoría
de los supermercados y las organizaciones de consumidores, así como grupos
ecologistas e, incluso, pescadores tradicionales, que ven peligrar su trabajo.
En realidad, de ellos depende que este salmón comience a comercializarse: por
mucho que el Gobierno lo permita y la FDA asegure que no hay peligro en comerlo,
si los consumidores no compran, el negocio será un fracaso.
Y tú, ¿te atreverías a probar un salmón genéticamente
modificado?
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